En los orígenes de nuestra bodega los primeros socios elaboraban vino en sus hogares para después unificarlo en los depósitos de la cooperativa. Según la tradición local, en aquel tiempo corría el rumor de que la mejor y más especial de aquellas mezclas primigenias se lograba en el depósito número 61, que hoy da nombre a toda una familia de productos que abarca desde el tradicional vino de solera a elaboraciones de tendencia como el frizzante o el vermouth.