Durante décadas, la comarca vitivinícola de Rueda fue muy conocida por la elaboración de vinos generosos. Se diferenciaban de los demás por su color tostado y su alta graduación. Pocos vinos se han identificado mejor con toda una comarca. Con el paso del tiempo, la tipología fue perdiendo protagonismo, dando paso a otro tipo de elaboraciones, aunque siempre con la variedad verdejo como principal bandera.
Bodega Cuatro Rayas nunca ha renunciado a esta tipología, de hecho, es la más representativa de su tradición elaboradora. Fue el primer vino que se embotelló en la bodega en el año 1950. En el año 1938, la jovencísima cooperativa no se inventaba nada nuevo, pero ya empezaba a concentrar los esfuerzos de sus socios que, hasta entonces, elaboraban esta tipología en sus propios domicilios siguiendo las pautas de trabajo heredadas de sus antepasados. En aquella añada de 1938, los socios decidieron llevar el vino a la bodega por primera vez e introducirlo en grandes tinos. Eligieron el mejor que tenían con un objetivo claro: elaborar añejado de forma comunitaria y en la casa de todos. Con los tinos cargados de vino, el depósito número 61 se reveló como el mejor de todos, por eso decidieron que ese sería el nombre que lucirían las primeras botellas: Fino 61. Nacía entonces la primera marca comercial de la cooperativa.
Bodega Cuatro Rayas sigue fiel a esta tipología. Se sigue elaborando en criaderas y soleras, tal y como se hacía entonces. Hoy lleva el nombre de ‘Dorado Rueda 61’ y es el testigo más fiable de la tradición elaboradora del pasado. Este vino blanco (verdejo y palomino) adopta, por lo tanto, el apellido ‘dorado’ porque alude a su tiempo de crianza. Tiene una alta graduación (15,5º) y pasa por largas crianzas. El secreto está en las uvas sobremaduras, la fermentación y el propio sistema de soleras. Se define claramente por su color dorado, su aroma y su sabor ligeramente tostado.